Divide et impera

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Deia Marx que la “història es repeteix dues vegades, la primera com a tragédia i la segona com a farsa”. M’hi ha fet pensar aquest fragment del llibre “Guerra y emanciapación” que tracta la relació entre Abraham Lincoln i Karl Marx . Fixeu-vos com de semblant és la resposta avui dels nostres governs davant de la crisi: emprenedoria i fer-se autònom on abans deien terra per fer-se granger. Una cosa segueix igual, quan un es fa autònom, com abans es feia granger, descobreix que el lliure mercat només és lliure pels “grans productors” abans i pels grans especuladors avui. Els petits granger abans i els autònoms (o petites cooperatives) avui segueixen més pringats que mai però havent minvat molt la seva capacitat d’organització i acció col·lectiva.

Mientras que la bandera del trabajo libre expresaba la hegemonía burguesa en un momento dado, forjó el medio de movilizarse contra ella en otro. En una de sus versiones, el ideal del trabajo libre alentaba la aspiración de los trabajadores a convertir-se en pequeños productores independientes, con su propio taller o granja. De ahí el lema republicano “suelo libre, trabajo libre, hombres libres” y su incorporación en la Homestead Act de 1862. Pero en los Estados Unidos de las décadas de 1860 y 1870, como en la Inglaterra de la década de 1840, había un número creciente de trabajadores asalariados que no querían convertirse en granjeros y lo que pretendían era la mejora colectiva de los derechos de los trabajadores. David Montgomery hace una muestra de más de 70 organizadores laborales de finales de la década de 1860 sobre los que hay información disponible y descubre que la mayoría de ellos son trabajadores asalariados de segunda generación, siendo aproximadamente la mitad de ellos inmigrantes británicos. Sus esfuerzos se centraron, no en adquirir tierra, sino en regular las condiciones de trabajo y en asegurar la representación política e industrial del obrero. Por supuesto que muchos obreros aceptaron la oferta de tierra, pero muchos se dieron cuenta de que eso podía ser una trampa. Ya a mediados y finales de la década de 1860 el movimiento Grange de granjeros se quejaba del exorbitante precio del transporte por vía férrea y de la competencia asesina de los grandes productores.