Competició

Educació, Esport

 

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Guanyar no és aixecar copes

En la competición hay en general muchos perdedores, y la mayoría tienen miedo de resultar afectados. Pero hay más componentes de la motivación dentro de la competencia. Mientras que el miedo empuja por detrás, desde delante arrastra una especie de deseo placentero. Pero ¿qué deseo? Se trata del deseo de triunfar, de ser mejor que todos los demás. Esto, desde un punto de vista psicológico, es un motor problemático. La finalidad de nuestras acciones no debería sobresalir por encima de los demás, sino ocuparnos bien de nuestros propios asuntos, que para nosotros son coherentes y nos gusta realizarlos. En este punto deberíamos referirnos a la autoestima. Aquél que relaciona su propio valor con ser mejor que los demás depende completamente de que los demás sean peores. Desde un punto de vista psicológico se trata de un narcisismo patológico. Sentirse mejor porque los demás son peores es simplemente enfermizo. Lo sano sería nutrir nuestra autoestima de acciones que nos gustara realizar, elegidas libremente y por tanto dotadas de sentido. Si nos concentrásemos en ser nosotros mismos en vez de en ser mejores, nadie saldría perjudicado ni habría necesidad alguna de la existencia de perdedores. Se trata de la fijación de objetivos. Si como efecto secundario y sin ser mi objetivo resulta que soy mejor que otro en una actividad, no hay ningún problema. No le voy a dar ninguna importancia al ser mejor ni tampoco lo voy a valorar como una «victoria». El problema surge cuando mi meta es ser mejor que otro y fuerzo una situación de derrota-victoria hablando en términos de competición (o feroz competencia). Si mi meta es hacer bien las cosas y me da igual cómo hagan las cosas los demás, entonces no es necesaria la competencia, que es justo el fundamento del mito: sin competencia los hombres no se sentirían incentivados para ser eficientes, no sentirían motivación para ocuparse bien de sus asuntos. Sin embargo, los estudios psicológicos indican que nos comportamos justo al revés. La motivación es mayor cuando es interna (motivación intrínseca) que cuando proviene de fuera (motivación extrínseca), como por ejemplo en la competencia. Los mejores rendimientos no se llevan a cabo por la existencia de un competidor, sino porque la gente se fascina por algo concreto, se llena de energía, colma sus esperanzas en realizarlo y se entrega por la causa. No necesita competencia.

Fragment del llibre “La economía del bien común” de Christian Felber

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