“Nunca me importó el fútbol” de Héctor Casciari

Esport, Relats

Tengo cuarenta y cuatro años y hace más de cuarenta que el fútbol no me importa. Empezó a no importarme cuando mi padre me dijo, en 1974, que su única ilusión era ver los mundiales acompañado. Yo tenía tres años y solamente buscaba uln cosa en la vida: temas para conversar con él. Si mi padre hubiera dicho «mi ilusión es que te gusten los carros de combate alemanes de la marca Panzer», hoy miraría documentales sobre la Segunda Guerra y escribiría cuentos bélicos. Pero no fue así.


Mi padre murió hace algunos años. Llegó a ver quince mundiales: desde el Maracanazo brasileño hasta la última final en Berlín 2006. Ver quince mundiales, creo yo, es haber tenido una buena vida. Yo llevo vistos once, y creo que con cuatro más estaría satisfecho. Me gustaría que empatáramos en quince con mi padre. Que ni él viera más mundiales que yo, ni yo más que él. 

“¿El opio de los pueblos?” d’Eduardo Galeano

Esport, Relats

¿En qué se parece el fútbol a Dios?. En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que el tienen muchos intelectuales. En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencias sobre le tema de la inmortalidad el mismo día,y a la misma hora, en la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del 78. El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere. En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase. Cuando el fútbol dejó de ser cosas de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar la huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos. Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacarita, bautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió «este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre».

Relat inclòs al llibre “Fútbol a sol y sombra”

A quien duda

Política, Relats

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Dices que nos va mal.

La oscuridad crece.

Las fuerzas flaquean.

Después de trabajar tantos años
nos encontramos ahora en una situación
más difícil que cuando comenzamos.

El enemigo es ahora
aún más fuerte que nunca.

Parece que ha crecido su fuerza.

Ha cobrado una apariencia de invencibilidad.

Mientras que nosotros hemos cometido errores,
es inútil negarlo.

Cada vez somos menos.

Nuestras consignas son confusas.

Una parte de nuestras palabras ha sido tergiversada
por el enemigo hasta convertirla en irreconocible.

¿Qué es erróneo, falso, de todo aquello que hemos dicho?
¿Una parte o todo?

¿Con quién contamos todavía?
¿Somos supervivientes, arrastrados por la corriente?

Quedaremos rezagados, sin
comprender ya a nadie, incomprendidos por todos.
¿O podemos contar con la buena fortuna?

Esto preguntas.

No esperes otra respuesta que no sea la tuya.

Bertolt Brecht

¿Estamos todos en la misma barca?

Relats

Cuentan las crónicas que se celebró una competición de remeros entre dos equipos formados por miembros de la Administración Pública de España y Japón. Se dio la salida y los japoneses empezaron a destacar desde el primer momento, llegando a la meta con una hora de ventaja sobre el equipo español.image

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La Dirección de la administración española analizó las causas de tan amarga derrota y advirtió que el equipo japonés estaba compuesto por 10 remeros y un jefe de equipo, mientras que la tripulación española la componían 10 jefes de equipo y un remero, por lo que se decidió adoptar las medidas adecuadas.

Allò que està malament al món

Política, Relats

tumblr_l0mda3W2PI1qafjxro1_500Al final del seu llibre, G. K. Chesterton al·ludeix a una llei promulgada al Regne Unit segons la qual, per tal d’evitar les epidèmies de polls als barris pobres, els nens de la classe obrera havien de dur els caps rapats. Els pobres, escriu Chesterton, es troben tan pressionats des de dalt, en submóns de misèria tan pudents i sufocants, que no se’ls ha de permetre de tenir cabells, atès que això significa tenir polls. En conseqüència, els metges suggereixen suprimir els cabells. No sembla que els hagi passat pel cap de suprimir els polls. És clar, seria massa llarg i feixuc de tallar els caps dels tirans: és més fàcil de tallar els cabells dels esclaus. En el raonament que fila la conclusió d’aquest llibre formidable, Chesterton afirma que la lliçó dels polls dels suburbis és que allò que està malament són els suburbis, no pas els cabells. I diu quelcom veritablement sorprenent: només per mitjà d’institucions eternes com el pèl podem sotmetre a prova institucions passatgeres com els imperis.

Chesterton esmerça tot el llibre a pensar en un punt de partida per a construir tot un ordre social, un mínim més enllà del qual no té gens de sentit defensar res. I arrenca així el darrer paràgraf del llibre, el més bell que hagi llegit mai sobre la qüestió de la revolució: cal començar per algun lloc i jo començo pels cabells d’una nena. Qualsevol cosa és dolenta, però l’orgull que sent una bona mare per la bellesa de la filla és bona. És una d’aquestes tendreses que són inexorables i que són la pedra de toc, el moll de l’os, de tota època i raça. Si hi ha coses en contra seu, cal posar-hi fi. Si els terratinents, les lleis i les ciències hi van en contra, cal posar fi als terratinents, les lleis i les ciències. Amb els cabells roigs d’una entremaliada del rierol calaré foc a tota la civilització moderna. Com que una nena ha de tenir els cabells llargs, ha de tenir els cabells nets. I com que cal que tingui el cabells nets, no pot tenir una llar bruta; com que no ha de tenir la llar bruta, cal que tingui una mare lliure i disponible; perquè tingui una mare lliure, no pot tenir un terratinent usurer; com que no ha d’haver-hi terratinent usurer, cal que hi hagi una redistribució de la riquesa; com que cal que hi hagi una distribució de la riquesa, cal una revolució. La petita entremaliada pèl-roja, que acabo de veure passar davant ca meva, no ha de ser afaitada, ni lesionada, ni alterada; els seus cabells no han de ser tallats com els d’un convicte; tots els regnes de la terra han de ser mutilats i destrossats per servir-la a ella. Ella és la imatge humana i sagrada; al seu voltant la trama social ha de trontollar, trencar-se i caure; els pilars de la societat vacil·laran i els sostres més antics s’ensorraran, però caldrà no tocar ni un sol cabell del seu cap.’

‘Allò que està malament al món’ de G. K. Chesterton (1874-1936)